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Para el
resto del país Chillán es sinónimo de
sustancias y longanizas.
Cuando el hijo de esta tierra visita parientes, amigos, hace
diligencias, etc., en otras ciudades, la pregunta clásica
y obligada es ¿trajiste longanizas? Y de tanto salir
y escuchar el mismo canto, se va comprendiendo paulatinamente
la importancia que tiene este producto derivado del cerdo
en la geografía gastronómica del chileno.
Por cierto se nos conoce por Bernardo OHiggins, Claudio Arrau,
Marta Colvin, Pacheco Altamirano, Ramón Vinay y tantos
otros. Pero en el estomago chilensis las longanizas parecen
ocupar un sitial de honor.
AHUMADITAS
Antaño no se concebía consumir las “laargas”
longanizas sino estaban perfectamente ahumadas. Hoy la cosa
ha variado su poco y el apremio del consumo y la fabricación
masiva y con mayor tecnología, han hecho que la longaniza
ya no sea ahumadita casi como chorizo.
Por razones de estricta higiene las tradicionales “muertes
de chancho”se han ido desperfilando. Pero siempre prevalece
la costumbre en el corazón de la ruralidad y aunque
haya que pegarse el pique, se trae el chanchito hasta el matadero
para saber si esta sano o no. LEER
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